Mayo y Junio: entre comida, tesoros, lluvias y arreglos

    Mayo, fue uno de mis favoritos, porque fui invitada a salir varias veces y me regalonearon mucho. Compré muchos libros que ya estoy leyendo con intriga, comí delicioso y no tuve que cocinar, definitivamente, una delicia no tener que lavar la loza después -ja, ja, ja-.

    Regalé galletitas glaseadas a todas las mamis de mi familia. No contaba con mucho presupuesto, pero es mejor que llegar con las manos vacías -nada hacía presagiar que mi mamá cobraría sentimientos al mes siguiente-.

    Cachureamos harto en el Persa Bíobio, sobretodo libros -debería hacer un post de los hallazgos-.


Falafel con juguito natural de mango de El Libanés del Persa Bíobio, pastas deliciosas de St. Giovanni's en Las Condes y un latte descafeinado -Bon Bon Délice se llama- de la cafetería Délice en Ñuñoa. Me compraron mermelada de naranja y pancitos dulces en la misma cafetería-pastelería.


    Llegamos muy rápido a Junio y junto con los aires fríos, el Día del Padre. Pude regalonear a mi viejo como corresponde con muchos regalos pequeños -el efecto de abrir papel de regalo lo hizo muy feliz-.

    He estado tejiendo y arreglando ropa, buscando inspiración en las flores y en el cielo. Este año, aprendí a vivir lento, disfrutar del sol que entra por la ventana por las mañanas y cuidar de mis plantas. Redecorar el hogar, buscar muebles funcionales y bonitos, además de propagar plantitas y rellenar rinconcitos de la casa con la calidez de unos esquejes enraizándose.



    Me siento feliz de poder disfrutar de las pequeñas cosas. Estuve mucho tiempo exigiéndome mucho, tratar de mostrar quizás una vida que no es la mía de manera inconsciente, resignificar mis hábitos y pensamientos en pro de fluir sin atascarme en el sistema es mi meta.
    En algún momento, dejaremos esta casa y quiero que mis hijos se queden con lindos y buenos recuerdos de un hogar acogedor, empezando por una mamá feliz.

Rachel.-

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