Septiembre: cumpliendo el ciclo

Tesoritos de Manuel Montt cuando fui al dentista con mi hermano. Hay que repetir esta salida.


    Generalmente, este mes, se ha resignificado como un momento para recordar mis momentos vulnerables y más lindos estando embarazada. Me pongo nostálgica, soñadora. Miro los ojitos cafés de mi enanito que, entre "bromitas chistosas" o ideas y planes ocurrentes, muestran su esencia pura y creativa. Me desquicia, pero no lo cambio por nada. Sus abrazos calman mi alma, sus besitos de pescadito me matan de ternura y sus piropos inusitados me dejan pasmada y sin palabras, sólo me río y digo: ay, Martín. Supiera cuán amado es este humanito, tan único e irrepetible. Amo que sea un ser complejo y sensible, lamento ser bruta como lo fui con mis hermanos, lo bueno es que me recuerda que debo frenarme para no cruzar sus límites. Qué rico es cuando se queja de una injusticia, cuando alza la voz y me da sus motivos y/o razones, es maravilloso saber que no se quedará callado y que tiene la capacidad para pensar y elaborar una defensa. Así lo quiero, de libre pensamiento, que desobedezca y sea autónomo. Este pajarito tiene que llegar lejos. Mientras, me queda recordarle que la familia lo va a contener, lo va a acompañar, lo va a guiar y, sobretodo, lo va a amar en los días difíciles y en los fáciles.


    El 18 lo pasé sin muchas ganas, porque me saqué las muelas del juicio y me quedaron secuelas de la operación que han tardado en sanar. Pude estar con mi familia y pasar el rato como siempre, algo sencillo, pero significativo. Este año no hubo terremoto, ni volantines para mí, ni cuecas, sólo rock británico en casa de mis viejos. Realmente, no tengo de qué quejarme, mis niñitos estaban felices y sucios. 

Salida tranquila durante el 18, mote con huesillo y flores.

    Después de las vacaciones de las Fiestas Patrias, tuve que ponerme a planificar la fiesta de cumpleaños sorpresa para el Martín y, por suerte, me apoyaron harto para que funcionara como esperaba, ordenar la casa era menester para la ocasión, con dos animalitos salvajes ningún orden dura suficiente tiempo. Pude preparar postres como pie de limón, queque de naranja, galletas de mantequilla con forma de bichos, un kuchen de durazno y la torta de bizcocho manjar con almendras cuya cubierta fue de fondant y encima escribí con glaseado un "¡Feliz Cumpleaños!, Martín" junto a un monito de palito de un meme. Lo que mi jamoncito no sabía es que en su día estarían escondidos en su pieza sus mejores amigos, yo le tendría una decoración de diversos insectos que no esperaba él tener y muchos saludos y abrazos de la gente que lo quiere. Una pena que mi mamá haya tenido que perderse este cumple, no pudo asistir y mi Martincito y mi Poti sintieron su ausencia.

    Cerramos este mes con un nuevo tripulante en nuestro barco y esperamos que tenga un buen viaje en esta vida que ha elegido junto a nosotros. ¡Ya soy tía!

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