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Sabía que Marzo pasaría volando y yo pagando por ello escribiendo esto desfasada -ajoi-. No sería memorable sino fuera porque, por fin, después de muchos años, algo que creía que nunca pasaría, pasó: vino Alanis Morissette a Chile. Si bien, sabía que la entrada estaría cara, se me ocurrió buscar con tiempo descuentos como la rata que soy y lo logré. Menos mal no lo dejé para última hora, porque habría perdido como en la guerra. Noche inolvidable que atesoro junto a la polera que compré con culpa por el precio que nunca pagaría en otras ocasiones.
En todo caso y como siempre, participé en el 8M, esta vez, vendiendo pañitos serigrafiados, el próximo año, me gustaría hacer algo más que ya estamos maquineando con mis colegas.
Comimos rico, porque, el enano entrando al colegio, le baja la mamitis que podemos contrarrestar comiendo cositas que sólo se hacen en casa. Me encantaría regalarle un libro de arco iris que encontré en una Antártica: Los colores del amor.
Me regalaron La razón de los amantes de Pablo Simonetti que me recomendaron leer en el 2012. Lo postergué a propósito. Me duró una semana la lectura y dos, para superar el final. Libro que recomiendo sin dudas.
Sobre el huerto que iniciamos en febrero, logramos que crecieran todas las semillas menos las lechugas, por lo que tuve que plantar de nuevo tapando con plástico para mantener la humedad que fue el agente clave de mi fracaso anterior. Otra cosa que debo acotar para mi yo del futuro es que la tierra siempre en importante, el sustrato ayuda a que se mantenga húmedo más tiempo y tengan aire las raíces.
Es todo lo que tengo que aportar para este mes.
Rachel.-
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